domingo, 22 de agosto de 2010

PASEO POR LOMAS


Sebastián Cobelli fue la gran figura marcando dos goles en el clásico que terminó en goleada de Temperley por 3-0, vapuleando en el segundo tiempo a un Los Andes que fue una sombra.

Nahuel Martínez la colgó de un ángulo a los 39 del primer tiempo cuando había paridad. En el complemento, el ex Newell´s la agarró de volea y le tiró el arco para atrás a Cáceres. De contra a los 27, el rubio atacante lo liquidó con una definición soberbia. Gran planteo de Dabrowksi. Blanco, demasiado rígido dijo que sigue y no va a cambiar su forma de juego.


El entrenador de Temperley había dicho hace un par de semanas que su equipo se tenía que convencer de que podía superar al rival y plasmarlo en el resultado. Que mejor que el clásico, en la cancha de Los Andes para concretar todo lo trabajado, todo lo planteado y para fortalecer de una manera impresionante el autoestima.

El “Gasolero” fue práctico, contundente, metió cuando hacia falta con la mano de Dabrowski en el armado, y tuvo cuotas de fútbol y profundidad mas gol, con un Sebastián Cobelli intratable.
Los Andes por su parte, volvió a apostar al 4-4-2 y esta vez no fue García quien se peleó con la línea por hacer solo el carril y no sorprender, sino que esta vez el que estuvo preso del sistema fue Tridente, con un binomio ofensivo que no pesó pero al que tampoco le llegó la bola y con una extrema táctica que le quitó sorpresa, dinamismo y oportunidades en el ataque.

El comienzo mostró a un Hure, bandera y estandarte del gran partido del “Celeste”, parado en la mitad, con posesión del balón y siempre entregando a un compañero. Mucho pasaba la pelota por Witoziscky que iniciaba bien la maniobra pero luego se desinflaba en ¾. Por su parte el local, aparecía con ráfagas de Leguizamón o Tridente, pero como de costumbre nada claro.

Los de Dabrowski se iban acomodando y de la zurda de Benítez a los 10 casi gritan el primero. “Rambo” impactó del volea y la pelota se fue besando el travesaño. Ese iba a ser el presagio de lo que luego sucedería.
Sabiendo las limitaciones que imponía la rigidez de la táctica “Milrayitas”, Temperley se aferraba al trabajo “Sucio” de Chietino, Gómez y Giménez, e intentaba ante las flaquezas defensivas.

A los 39, luego de un tiro de esquina, Souto quedó mano a mano y le hundió el pecho a Cáceres; cuando parecía que todo se esfumaba, Nahuel Martínez la tomó y sorprendió con un zurdazo cruzado que se colgó de un ángulo. Corrida interminable, sin poder creer lo que sucedía por parte del defensor que vivía un sueño, y que necesitaba que lo pellizquen para caer a la realidad.

Pero era cierto, el “Cele” con menos potencial, pero más inteligencia y trabajo era superior a Los Andes. Benítez aguantaba todo, Cobelli se movía y a los 41 casi marca el segundo luego de una gran corrida y un tiro que se estrelló en el poste.

Medina mostraba algunos desaciertos y era a partir de algún centro que los locales inquietaban. Solchaga no finalizaba bien la jugada y Villalba Fretes en un cabezazo tuvo una ocasión airada.

Para el segundo tiempo y ya sin Celaya lesionado, Blanco apostó a Molfeso por Martínez, pero no encontró el fútbol que quiso. La pregunta es porque el técnico de Los Andes espera a estar en desventaja o regala un tiempo para salir a buscarlo con la calidad de futbolistas que tiene.

Los visitantes se cerraban con un 4-4-2 y apostaban a la contra o una pelota parada y fue así como sentenciaron la historia. Azcurra por Witoziscky y López por Souto fueron dos cambios inteligentísimos del entrenador porque no se arrinconó contra Medina y prefirió defenderse lastimando al rival.

Fue así que a los 21 y luego de ganar un tiro de esquina, Cobelli la empalmó de volea y llevó el arco hasta la calle Boedo con un derechazo fulminante. Insultado, con el típico insulto por tener una esposa Vedette, el delantero se lo dedicó al público y a la gente del “Gasolero” que había llegado como acompañante del plantel.

Totalmente desorbitado, Los Andes fue con Churín por Fernández y quedó mano a mano. Sergio López inicio la contra a los 27, se la cedió a Cobelli que dejó tirado en el suelo a Pucheta y justo cuando Cáceres empezaba a achicar, se la colocó contra el primer palo.

Figura el “Gordo” que jugó e hizo jugar y luego de algunas declaraciones en la semana, se fundió en un eterno abrazo con Sergio López.
Era baile la segunda mitad, no abrumador pero si en lo táctico, en la actitud y en la contundencia.


Pitazo final, la gente de Los Andes sin ánimo ni para insultar a un equipo que pintaba para más y es preso de su táctica.
Aplauso, medalla y beso para Dabrowski y sus muchachos que tuvieron un mix completo entre las ganas de los jóvenes por querer festejar ante el rival de toda la vida y la experiencia y vivencias de los hombres que liquidaron la historia y cerraron la cortina.

Encontró rodaje futbolístico, se vio al equipo que quiere su entrenador y luego de dos caídas como visitante se convenció que puede y tiene con que porque puede que falten “Nombres” pero por lo menos en la mañana del domingo sobró hambre de gloria, esa hambre, que lo deja “Gordo” de Felicidad.

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